viernes, 30 de noviembre de 2012

No tener el control de tus propios impulsos. La adrenalina fluye por la sangre, y el corazón late con más fuerza. Te ves capaz de atravesar el mundo en cuestión de minutos, y sentirte dueño de todo lo que te rodea, sabiendo que nada ni nadie podrá quitarte ese sentimiento eufórico. Pero todo lo que empieza también acaba. Y de repente estas nuevamente tocando el suelo pedregoso que te lastima y te produce incomodidad. Estas desconcertado. Viviste los desniveles de la vida en carne propia. Y te preguntas porque estás pasando por esta situación, pero al poco tiempo surge la respuesta de forma espontánea y obvia, el fracaso. Este te llevará hasta la parte más oscura de la fosa. Sintiéndote solo, acorralado y asfixiado. Pero entre tanto pensar. Abrís los ojos, tomas valor, sonreís y respiras en la penumbra, porque sabes que gracias a ese sentimiento de frustración, podes cambiar y ser alguien mejor. Vas a volver a armar cada secuencia de tu corta vida, pero esta vez dejarás de lado las piezas irregulares porque sabes que si las ocupas de nuevo todo será como el principio. Todo pasa por la experiencia. Todo se aprende.
A.R