lunes, 31 de octubre de 2011


Caminar,  tan solo hacerlo. Me gusta la idea y más aun si lo hago sin apuros. Es una buena forma de despabilar tu cabeza y dejar que los pensamientos floten por el aire. Sin tensiones. Ni sobrecargas. Y a causa de esto, puedo tomarme el tiempo para ver el mundo en el que estoy. El espacio en el que piso, que respiro y vivo. Todo lo que me rodea. Claramente puedo notar que no estoy solo, las calles se inundan de personas. Personas desconocidas. De diferentes edades, estaturas, rasgos, modo de vestirse. Ellos también caminan. Pienso que lo hacen por algún motivo, circunstancias. O tal vez para poder descargar y liberarse de los compromisos que nos somete la vida. Que aunque no queramos lo tenemos que hacer. Y quien sabe por cuales otros motivos caminaran. A veces me pongo a pensar acerca de todo esto mientras doy paso por paso por la calle. Trato de ingresar en las mentes de los demás. Suena algo loco. Pero tengo mucha curiosidad. La intriga me sofoca. Trato de ver la vida como ellos la ven. Me gustaría saber de que forma lo hacen, si coincidirán conmigo en algunos aspectos, o tendrán otras cosas en mente, que quizás me sorprendan. Todos llevan una historia por detrás, abandonadas por culpa del tiempo. Historias buenas o malas. Brillantes u opacas. Miradas tras miradas. Lo dicen todo, realmente hablan por si mismas, sin ayuda de palabras. Basta  unos  segundos para poder describir lo que siente el otro o al menos suponerlo. Algunos poseen esa facilidad de poder interceder y comprender a los demás a través de una simple mirada. Yo podría decir que soy unos de esos. Cuando finalizo mi recorrido. Debo seguir con mi vida. Aunque no me faltan ganas  para volver a empezar, una vez  mas.
                                           A.R